24 de diciembre de 2015

Izar y la Magia de Sentir - Te regalamos este relato corto de la realidad sobre la auténtica Magia de Sentir, la empatía, el verdadero Amor.

 
  En nombre de mis compañeras/os de la Asociación Los Nadies, en el mio propio y en el de Queda la Palabra te regalamos este relato corto que hay a continuación. Es la historia de la realidad que estamos viviendo, la auténtica Magia de Sentir, la empatía, el verdadero Amor.
 
  Esperamos que lo disfrutes y lo reenvíes o regales a quien tu quieras.

  Un sentido abrazo.

 
Jesús Hidalgo

Queda la Palabra
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Queda la Palabra
presenta:
 

Relatos de la Realidad 
para niños y niños grandes

 


 

Izar y la Magia de Sentir


Disfruta y regala: Una historia real sobre la Magia que
ocurre al Sentir con otros seres que nos rodean (empatía)

 

  Jesús me repite una y otra vez que todo es “mágico” si queremos verlo, pero que estamos tan metidos en los pensamientos que somos incapaces de sentir con nosotros mismos y con los demás seres, estamos “ciegos” a la realidad que tenemos ante nuestros ojos.

  La historia que os voy a relatar ocurrió hace poco, a mediados de diciembre, en un lugar llamado Pago de Juan Ramos, en Puente Tablas. Es una agradable zona de campo, húmeda y fresca, cercana a la ciudad de Jaén por donde pasa un río, con muchas huertas y casas sencillas de agricultores, familias que viven allí o las tienen para pasar el verano. Nosotros vivimos en una parcela que tiene una casa muy grande de color albero y cuyo interior está repartido en cuatro viviendas que son de Jesús y de cada uno de sus tres hermanos. Éstos últimos vienen sólo unos muy pocos días al año. En esta casa estamos nueve seres, cuatro personas y cinco animales, compartimos todo por un simple principio de justicia e igualdad. Somos austeros coherentemente, cultivamos en un pequeño trozo de tierra hortalizas ecológicas y desarrollamos las actividades de la asociación “Los Nadies”, de apoyo recíproco y sin subvenciones, que formamos junto a otras personas también precarias.

  Ahora estamos pasando malos momentos económicos ajenos a nuestra voluntad. Tenemos un desahucio inminente y hace un año se rompió el motor de la vieja auto-caravana con la que hacemos las actividades de auto-gestión de la asociación. Llegando el invierno el dinero no nos ha podido alcanzar para comprar leña, así que nos hemos calentado un poco cortando tablas usadas que teníamos por aquí.
  Hasta hace aproximadamente dos meses estábamos bastante agobiados por estas y otras razones, pero Jesús nos llevó a reflexionar juntos sobre si merecía la pena estar así, sumergidos en nuestros pensamientos y con miedo al futuro, intentado ansiosamente poner remedio a todo y “ciegos” a la realidad del presente. Después de reflexionar sobre nuestro error decidimos hacer en cada momento lo que teníamos que hacer pero sin sufrir ni desesperarnos, ya que si poníamos nuestra atención en desear y buscar con desasosiego un futuro “mejor”, no íbamos a poder apreciar lo “mejor” del presente. Así que empezamos a relajarnos y, como otras muchas veces nos ha ocurrido, hemos vivido la Magia de Sentir (la empatía, el auténtico Amor):


  Enfrente de nuestra casa hay una parcela donde viven dos perrillas muy simpáticas, madre e hija, a quienes saludamos cada vez que sacamos a nuestros perros. Como los dueños de la parcela vienen muy poco, las perrillas hacen agujeros y se escapan para irse a la parcela que hay al lado y así sentirse acompañadas por José, el agricultor que todos los días trabaja en su huerta, un hombre tan sencillo como la misma tierra.
  El otro día mi hijo Ura fue a recoger unos caquis que José nos había regalado y regresó contándonos que la perrilla más joven había sido atropellada por un coche. Le había visto la pata ensangrentada desde lejos y nos dijo que José le había dejado un sitio en su parcela, encima de unos sacos al lado de su casa. Cuando Ura nos lo contó estábamos muy ocupados y realmente todos pensamos que la perrilla quizás necesitaba ayuda, pero ninguno hicimos nada...
  Pasaron dos días y salí a hacer algo de deporte por el carril, cuando pasé por delante de la cancela de José vi a la perrilla sentada en medio de la placeta. Me acerqué, la llamé, e inmediatamente vino hacia mí cojeando. Cuando estaba cerca se volvió a sentar y me miró a los ojos profundamente. Comprendí qué le pasaba: Me decía que se encontraba bastante mal y que necesitaba ayuda, aunque desde el otro lado de la cancela no le pude ver la herida. Al rato regresé con algo de comida pero no quiso probarla.

  Al día siguiente decidimos entre todos que Ura iría a ver qué tenía la perrilla y a preguntarle a José si podíamos pasarnos a curarla. Cuando volvió a casa nos comentó que la herida estaba en la parte interna de la pata trasera, que tenía muy mal aspecto, era bastante grande y se le veía gran parte del hueso... Sin embargo nosotros tampoco reaccionamos con urgencia. Esa noche todos volvimos a dormir calientes y sanos en nuestras camas, mientras ella, tal y como estaba, muy herida, sola y con frío, no dormiría mucho encima de aquellos sacos.

  El sábado por la mañana decidimos que yo me acercaría junto a Ura para ver qué aspecto tenía la pata y curarla, pero cuando vi la herida me di cuenta de su gravedad, pues le faltaba carne, se le veía el hueso como había dicho mi hijo, seguro que tenía la pata rota porque le colgaba y era imposible que pudiera apoyarla. ¿Cómo ninguno nos habíamos preocupado realmente de lo que tenía la perrilla? Ya habían pasado cuatro o cinco días desde el atropello.
  Preguntando a José conseguimos el teléfono de los dueños para explicarles lo que había pasado. Al llamar hablamos con una mujer, ya mayor, que está enferma y con dificultades para andar, por lo que no podía hacerse cargo y nos decía que sus hijos tampoco podían por diferentes problemas. Entonces, debido a la urgencia, le pedimos consentimiento para llevarla nosotros mismos a Marcos, el veterinario que atiende a nuestros perros, que después de llamarlo y contarle lo sucedido, se ofreció a atenderla. Cuando entró la perrilla en la consulta Marcos le habló con cariño, diciéndole, “―¿qué te ha pasado mi niña?”, y la tranquilizaba acariciándole. Le anestesió para evitar el dolor, le hizo una cura de urgencia quitando el principio de necrosis que tenía en la pata, le hizo una radiografía y se la inmovilizó. Hizo todo lo que pudo, desinteresadamente, ocupando casi dos horas de su tiempo. Nos dijo que él no podía hacer nada más porque no era traumatólogo, instándonos a que fuéramos cuanto antes, el lunes, a que la atendieran como merecía, pues tenía rota la articulación de la pata y había perdido carne, músculo y ligamentos. Como he dicho estamos muy precarios y, aunque Marcos nos repetía que no quería dinero, quisimos darle “la voluntad”, veinte euros que sabíamos nos quitábamos de lo que nos faltaba para terminar el mes.

  Al volver a casa Jesús la abrazó cuidadosamente y después le habló un buen rato poniendo sus cálidas manos sobre el vendaje en la pata. Le decía: “―Preciosa, ¿sabes que te vas a curar muy pronto? Aquí vas a estar muy bien, ya verás...” Y mirándonos a mí y a mis dos hijos nos dijo: “―Esto que estamos haciendo por la perrilla nos lo va a devolver el universo con creces más rápido de lo que podéis imaginar”. Más tarde nos propuso que nos ofreciéramos a cuidarla y curarla si sus dueños no podían hacerse cargo, al menos hasta que nos echaran de la casa sobre mediados o finales de enero, e incluso si los dueños no podían o no querían, que nosotros pagáramos los gastos de la necesaria operación, aunque fuera en varios meses; con lo que todos estuvimos de acuerdo. Llamamos a la dueña y le informamos de la visita al veterinario, lo que nos agradeció de corazón, y más cuando le manifestamos nuestro ofrecimiento de estar con la perrilla hasta que se curara ya que ellos realmente tenían problemas para hacerse cargo. Nos dijo que su hijo vendría al día siguiente.

  Cuando oscureció salí a la parcela para dar de comer a los perros. Era una noche clara y despejada. Miré al cielo satisfecha y en esos momentos pasó una estrella fugaz muy luminosa, parecía que se mostraba expresamente congratulándose con lo que estábamos haciendo; sonreí sintiéndome feliz.

  A partir del día siguiente el Amor (empatía) que habíamos dado, regresó a nosotros. Cuando el domingo vino el hijo de la dueña, en agradecimiento y reciprocidad por nuestro ofrecimiento, nos regaló un gran montón de leña y, al saber que no teníamos vehículo para llevar a la perrilla al veterinario traumatólogo, nos dio dinero suficiente para que la lleváramos en taxi todos los días que se necesitara. También nos pidió que preguntáramos por el presupuesto de la operación. Quisimos saber el nombre de la perrilla pero nos dijo que no tenía ninguno.

  No nos quedó claro si esta familia afrontaría los gastos de la operación, pues podía ser cara, pero como he dicho estábamos dispuestos a pagarla aunque fuese a plazos, por lo que el lunes, sin falta, la llevamos a un veterinario traumatólogo. Este hombre atendió a la perrilla de una forma que no nos gustó. No nos pareció que sintiera con ella, pues aún actuando como profesional que es, no la trató como merecía por estar así de enferma. No le dijo ni una palabra tranquilizadora, ni le hizo una caricia... Me parece que no la vio, sino que sólo vio su pata descarnada y fracturada. Nosotros sentimos que nos trataba de forma parecida a como lo hacen algunos trabajadores de los bancos cuando nos ven así de precarios... Nos dio un presupuesto aproximado de entre cuatrocientos y quinientos cincuenta euros, aunque eso sí, permitía que lo pagáramos a plazos. Marchamos de allí dándole las gracias por habernos atendido de urgencia sin cobrarnos y por la facilidad en la forma de pago de la operación, pero tristes y decepcionados por ese trato sin sentir.
  Ese mismo día mi madre me llamó después de mucho tiempo sin hacerlo, más de siete meses; le cuesta trabajo aceptar que le diga lo que pienso como he aprendido de Jesús, dejando a un lado la hipocresía y el “quedar bien”. Al preguntarme cómo estábamos le conté que muy precarios, que no teníamos dinero para arreglar la auto-caravana y lo que estábamos haciendo con esta perrilla atropellada... y nos despedimos.

  Hablando en casa decidimos no llevarla a este veterinario traumatólogo, pues el proceso de curación iba a ser largo y con ese trato sin empatía, cada día que fuéramos nos íbamos a sentir peor tanto nosotros como la perrilla, además del alto precio que costaba la operación. Así, Jesús se acordó de Carmelo, otro veterinario que conocía de hace tiempo y lo llamó por teléfono. También es traumatólogo y no dudó en decirle que la lleváramos esa misma tarde... Cuando fuimos a su clínica, al igual que Marcos, la atendió con delicadeza, le dijo guapa varias veces dulcemente y le hizo de nuevo una cura. Cuando le preguntamos el precio, bromeó, “―¡No serán más de seis mil euros!” Jesús le preguntó cuánto sería exactamente para poder decírselo a los dueños. ¡Ciento cincuenta euros como mucho y al día siguiente la operaba! Nos sentimos nuevamente muy bien y le abrazamos felicitándolo por ese gran corazón, tan grande como él mismo.

  Llegó el martes y ocurrió una nueva Magia de Sentir: Mi madre me llamó y me dijo que nos iba a regalar un dinero para que pudiéramos empezar a arreglar la auto-caravana. ¡Me ingresó mil euros! Con esto ya podíamos terminar el mes algo desahogados y teníamos para pagar la mitad de la reparación que son unos mil ochocientos euros, para así seguir haciendo las actividades de auto-gestión de la asociación.
  Ese mismo martes por la tarde operaron a la perrilla. Todo salió perfecto, ni siquiera se tuvo que quedar en observación porque reaccionó muy bien a la anestesia y, como si fuera nuestra hija, fuimos a recogerla tan pronto como nos llamaron de la clínica. La chica que ayudó a Carmelo a operar a la perrilla nos dijo que no se podían creer que de un día para otro, al quitarle las vendas para operarla, la herida tuviera tan buen aspecto. Estaban sorprendidos de ver con qué rapidez la carne ya había cubierto el hueso casi por completo. Miré a Jesús sonriendo porque sabía que esto era efecto de que él había puesto sus manos encima del vendaje de la herida dándole la energía del Amor, que es el quinto elemento, el que más sana con mucha diferencia.

  Y el miércoles ¡otra vez la Magia de Sentir! Jesús cumplía uno de sus sueños: Escribir gratuitamente para un gran medio y que sus denuncias de injusticias llegaran a muchas más personas. Le escribieron un correo electrónico de un importante medio internacional de noticias, digno y claro, y le ofrecieron que antes de publicarlos en otros sitios les enviara sus escritos; que recibirlos era un honor para ellos.

  Jesús nos insistía en que observáramos lo que él nos había anticipado, que todo lo que estaba ocurriendo era por habernos entregado con empatía a esta perrilla que estaba desvalida, que esa era la auténtica Magia de Sentir, la empatía, el verdadero Amor.
  Este mismo día, ya más tranquilos por haber salido bien la operación, Jesús quiso ir a expresar lo que habíamos sentido al otro veterinario traumatólogo que a pesar de ser un buen profesional no trató a la perrilla con la sensibilidad que se merecía. No sabíamos cómo iba a reaccionar, igual se enfadaba. Sin embargo nos recibió amablemente y quiso escuchar de principio a fin lo que Jesús le dijo frontalmente, lo cual le honra. Le explicó con cariño cómo nos habíamos sentido y lo que necesitan los seres sobre todo cuando están enfermos o asustados y que, de seguro, él mismo iba a sentirse mejor si a partir de ahora los trataba con palabras tranquilizadoras y algunas caricias. El veterinario traumatólogo explicó a Jesús que estaba muy estresado por diversas circunstancias y se comprometió a reflexionar agradeciéndole su frontalidad porque decía que así, uno al menos, tiene el derecho a responder.

  Los días posteriores seguían ocurriendo cosas muy hermosas. Una de esas noches en casa, como solemos hacer antes de acostarnos, nos reunimos y dialogamos sobre lo ocurrido durante el día. Hablábamos de qué nombre podíamos poner a la perrilla. Entonces relaté lo que sentí cuando vi la estrella fugaz el mismo día que la recogimos; por ello decidimos ponerle “Estrella” en algún idioma antiguo. Buscamos y encontramos el hermoso nombre de “Izar” en euskera, que significa “Estrella”, “nombre de los lejanos astros que brillan en la noche clara”. Cuando hemos ahondado en su significado se refiere en árabe a Mirac, Mirak o Mirach, nombre de la segunda estrella más brillante de la constelación de Andrómeda, la gran gigante roja, que es mil novecientas veces más luminosa que el sol. Otro nombre utilizado para designar a Izar es Pulcherrima “la más preciosa”. A mi Izar me recuerda a “levantarse” y Mirach me recuerda a “Milagro”. Todo alude a lo que Jesús nos dice que Es y tiene que Ser el Milagro del Amor que se manifiesta, se recrea y se expande cuando unos seres sentimos con otros como si fueran nosotros mismos.
 


Autor: Aire - Los Nadies
Fecha: 24 diciembre 2.015
Fuente: www.quedalapalabra.com
 
 
Nota 1:
Los nombres del agricultor y de los veterinarios son figurados.
Nota 2: No por haber actuado así con esta perrilla somos “caritativos” o “buenos”. No es un acto de caridad ni bondad lo que estamos haciendo, sino de igualdad y justicia, pues los seres vivos somos iguales y sentimos el mismo dolor, miedo, soledad...


Asociación “Los Nadies”
Juntos estamos demostrando que es posible
lo que otros, sin intentarlo, llamaron utopía.

Correo: a.losnadies@gmail.com

Reg. Nac. Asociaciones: 590080


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Entenderás qué es Amor



Cuando seas como un niño,
coherente entre lo que piensas,
dices, sientes y haces.

Cuando renuncies a todo
lo que tienes y deseas,
lo que crees y anhelas,

Cuando sientas con todos
los seres que te rodean
y compartas con ellos.

Entonces,
en ese momento,
entenderás qué es Amor.

 
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